Por los héroes
Se dice que una característica de las organizaciones con poca madurez en calidad software es que se caracterizan por su alto número y alta dependencia de los llamados “héroes”.
Los héroes son una figura clásica en las organizaciones de desarrollo software. Un héroe del desarrollo software es aquel que cuando todo parece perdido es capaz de resolver un problema imposible para el resto, de cerrar una entrega para el cliente en el último segundo o de resolver un bug en producción cuando todo parecía perdido. Así, todo héroe se ha ganado su fama a pulso, release tras release, paso a producción tras paso a producción, madrugada tras madrugada, sábado a sábado, update en producción tras update en producción.
Una característica del héroe es la eficacia (que no la eficiencia). Como un McGiver, Terminator o militar para operaciones especiales, lo importante es solucionar el problema. No importa cómo. Los medios justifican el fin.
Y para ello son capaces de cualquier cosa: que, por ejemplo, no se puede replicar un entorno en el cliente… en vez de perder horas de configuración echan el PC al coche y lo instalan en el cliente. Es por ello que, muchas veces, una vez resuelto el problema, tiempo después, cuando las tropas regulares inspeccionan la zona encuentran soluciones inimaginables, que nadie entiende cómo funcionan, irrepetibles y que sólo puede tocar el héroe.
Por ello hay quien identifica disponer y fomentar héroes como uno de los grandes problemas de las organizaciones de desarrollo software, colocándolos incluso en listas de problemas tipo y frecuentes.
También hay organizaciones malignas que se aprovechan de la gran benevolencia de muchos héroes, haciendo uso de sus poderes durante horas y horas, sin descanso. Las hay (muchas) que incluso que promueven la aparición de héroes, y que alientan el heroísmo premiando y elogiando a aquellos quienes siempre responden rápidamente y sin pensar con un “sí, yo puedo hacerlo”. Creando un clima de constante heroicidad. Pero también hay sitios en los que el héroe, consciente de su poder y conocimiento, de los scripts, passwords, fuentes y configuraciones extrañas que guarda en su USB personal, toma el control de la organización, amenazando con abandonarla si no se conceden sus deseos (a estos héroes habría que recordarles aquello de que “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”)